lunes, 11 de julio de 2016

«La construcción de las noticias en torno a personas migrantes, desplazadas y refugiadas»


La centralidad de los medios de comunicación en las sociedades del presente es manifiesta. En particular, los discursos informativos modelizan a nivel simbólico las realidades a las que refieren mediante ciertos reenvíos semánticos. Contrariamente a la representación común de la práctica periodística como simple reflejo especular –más o menos “distorsionado”- de una realidad predeterminada (lo que suele llamarse de forma ingenua «objetividad»), el trabajo periodístico es, ante todo, una actividad interpretativa que se apoya en informaciones que de forma regular no está en condiciones de contrastar de forma directa. Abogar por una reflexión crítica sobre los resultados de estas prácticas permite interrogar la calidad informativa de cierta producción periodística; en particular, de algunos medios de prensa nacionales. Antes que un simple llamado a la responsabilidad ético-profesional, es esa reflexión crítica lo que permite promover prácticas acordes a valores y derechos democráticos que, como servicio público, es legítimo reclamar a dichos medios, comenzando por el derecho a una información veraz y plural, contrastada con diversas fuentes informativas.

En ese contexto, mi propósito no es dar cuenta de la «realidad» de las migraciones y los desplazamientos forzados en España, sino reconstruir de forma exploratoria, no sistemática, el modo en que los discursos informativos dominantes significan dicha realidad efectiva, reafirmando un imaginario europeo en torno a los “otros” que incurre de forma regular en imágenes estereotipadas que dificultan la percepción de esos otros como semejantes. Para avanzar en dicha reconstrucción, es plausible partir de la siguiente hipótesis crítica: las construcciones mediáticas dominantes significan los fenómenos migratorios y de desplazamiento forzado como una realidad homogénea, simple y unidimensional, desconociendo diferencias fundamentales no sólo entre personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes sino también entre sujetos migrantes distintos. Semejante indistinción no sólo dificulta el conocimiento de las realidades específicas que marcan estos procesos, sino que obstruye intervenciones diferenciales que permitan gestionar sus problemáticas concretas.  

La reflexión sobre el modo en que los medios significan estos términos, en contextos discursivos específicos, permite identificar dos variantes predominantes: 1) la que significa estos fenómenos como una “amenaza” para Europa, no sólo en un plano laboral sino también en el plano de las identidades y de la seguridad, y 2) la que los asocia a “situaciones de extrema vulnerabilidad”, especialmente con respecto a aquellos colectivos que categoriza como “sin papeles”, “desplazados” o “refugiados” –a menudo confundidos entre sí-. En lo subsiguiente, me referiré a la primera variante como «discurso de la hostilidad» y a la segunda variante como «discurso de la caridad» (1).
Siguiendo esta hipótesis, ambos discursos constituyen variantes de un mismo patrón hegemónico, no obstante los énfasis contrarios que sugieren: mientras que en el primer caso la asimetría incita a un rechazo hacia los colectivos en cuestión, en el segundo caso alienta cierta indulgencia hacia ellos. No obstante, «hostilidad» y «caridad» son posiciones que fijan a los otros en una relación esencialmente asimétrica. La desigualdad persiste como punto en común incuestionable. Se trata, así, de una oposición que comparte un mismo presupuesto: el Otro está en una posición de inferioridad insalvable con respecto al propio grupo. Aunque es previsible que en sus versiones más polarizadas estas variantes discursivas se excluyan mutuamente, de forma regular aparecen como momentos internos de un mismo discurso informativo: un sujeto puede ser representado como “ilegal” a la vez que como “víctima”.  
Para ilustrar lo dicho es pertinente utilizar algunos ejemplos recientes de los dos periódicos de mayor tirada en España, en particular, “El País” y “El Mundo”. Si bien no se trata de un estudio exhaustivo y constituye una primera aproximación a la problemática (prescindiendo incluso de elementos paratextuales, cotextuales y contextuales que sería preciso incluir en un análisis sistemático), permite reconocer algunas tendencias significativas que pueden corroborarse de forma retrospectiva.

Arturo Borra

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